A principios de octubre el Güero y yo participamos en un seminario de Cine Latinoamericano en Copenague. Leo me acompañó y también tuve oportunidad de ver a mi querida amiga Claire y a su familia. Aunque fue un viaje de 72 horas, fue significativo en muchos niveles.
Después del seminario fuimos a cenar a un excelente restaurante dentro del pueblo autónomo de Christiania. A mitad de la cena, el Güero de pronto propuso que festejaramos por su películaParque vía, la cual se podría decir que estaba llegando al fin de su vida comercial. Aunque todavía seguirá moviéndose en TV y DVD, y tendremos que hacer poca cosa con ella, la realidad es que es un ciclo que había que cerrar. Fue nostálgico y gozoso a la vez. Parque vía fue un camino de mucho aprendizaje y satisfacción. El haberme despertado a las 5:00 am no propicio un espíritu muy festivo, pero con un buen brindis dimos cierre a esta etapa de 4 años de nuestras vidas.
Al día siguiente, visitamos una exposición de la obra plástica de David Lynch titulada "The Air is on Fire". A mi gusto violento para ser visto en horario matinal, pero igualmente disfrutable. Después fuimos a despedir al Güero a la estación de tren. Leo y yo nos quedamos vagando en Copenague; disfrutando de la ciudad, de su arquitectura, de sus canales, de sus bicicletas y maravillándonos de la cultura de diseño que han desarrollado. Por supuesto que una visita al Museo Danés de Arte y Diseño no podía faltar.
Por la noche fuimos a cenar con los Mock, una familia increíble que antes vivía en Oslo y hace poco se mudó a Dinamarca. Nos contaban sobre su nueva vida, sobre la ciudad, y salió el tema la inmigración. Al parecer Dinamarca maneja una política de inmigración de extrema derecha que propicia una sociedad muy dividida. Los blancos con los blancos y todos los demás morenos, si es que logran entrar, que de preferencia no salgan de su periferia, por no mencionar la paranoia de que "esa gente" va a aprovecharse de su sistema. Por supuesto es un tema muy complejo, pero en un sentido Noruega ha sido mas generoso y tolerante que su país vecino. Posiblemente también porque al estar más al norte y tener un clima mas extremo lo hace menos atractivo para quienes buscan asilo en países del norte.
Al día siguiente seguimos vagando por la ciudad, caminando por el Fuerte, el Palacio Real, la Opera, y culminamos en la calle comercial de Strøget, comiendo un tradicional Brunch: doble porción de fruta, yogurt, smothie de moras, panes diversos, quesos y carnes, un pastel y un capuchino. Todo en un solo plato. Oh cielos, que almuerzo!!! Y ahí, frente a la ventana, veía la gente pasar con sus bolsas de compras, sus atuendos otoñales, un grupo de jóvenes con playeras de UNICEF sentados en el piso junto a una fuente y un violinista tocando frente a la plaza. De alguna manera esa era mi despedida de vivir esta temporada en Europa, de la vida segura, ordenada, próspera y cosmopolita. Seguramente vuelva pronto de visita pero ese momento, en ese café, cerraba otro ciclo.
El regreso, para no variar, fue de correr al aeropuerto en vías de no perder el avión; de llegar a la tranquila y pequeña ciudad de Oslo para seguir con nuestra cotidianidad y nuestra cada vez más inminente mudanza a México. Pero con un extraordinario sabor de boca por haber visitado una ciudad tan intersante y bella.
Længe leve København!!!
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